¡BIENVENIDOS (AS)!

Educar en valores es una tarea trascendente y urgente. Este espacio quiere ser una pequeña
ventana abierta para aportar en este
camino extenso y difícil.
Mantengamos encendida esta llamita porque, junto a otras,
podemos hacer fogata.

sábado, 30 de julio de 2011

El docente como militante de la paz

El papel del docente es clave en una educación para la convivencia y para la educación en general; pues él, antes que formar en competencias o contenidos, va a transmitir sus propias concepciones y actitudes de vida, va a enseñar lo que ES, por tanto, en relación a la paz, la tolerancia, el conflicto y la convivencia, él va a "enseñar" su propia manera de resolver conflictos, relacionarse con otros y dialogar.

Aquel docente que no asume el diálogo como medio de resolución de conflicto en su vida personal, profesional y como ciudadano, no podrá enseñar a sus estudiantes a hacerlo. Tampoco es posible si la educación para la convivencia en el centro educativo no se introyecta dentro de su propio proyecto y en los distintos sujetos involucrados. Por ello, consideramos que el aprendizaje de los valores que integra la convivencia como parte de su contenido, debe ser un proceso que involucra a todos,; es decir, no es asunto que deben aprender solo los estudiantes. 

Todos los educadores, al igual que los representantes y personal en general, deben desarrollar su propio proceso de formación acompañado y orientado, de tal modo que los valores y actitudes, conocimientos y habilidades para la convivencia puedan ser vividos por todos, creando así un ambiente y condiciones que permita el aprendizaje desde la "modelación" de los adultos responsables de la educación de nuestros muchachos (as).

Si algo nos queda claro, es que nos falta mucho para la construcción de una paz positiva, amplia, sólida. En esto lamentablemente nuestros dirigentes, estén en el gobierno o en la oposición, han demostrado grandes debilidades y desaciertos; no sólo ellos, también los ciudadanos comunes tenemos ataduras que impiden ver al que piensa distinto como un ciudadano que tiene derecho,  y que en su discurso hay una verdad que complementa la mía. 


Los educadores debemos asumirnos como ciudadanos que tienen una corresponsabilidad no solo en el centro educativo, sino en la vida cotidiana. Independientemente de nuestros afectos políticos,  religiosos, culturales, sociales, deberíamos participar en nuestras comunidades, pequeñas o grandes, en la construcción de puentes que permitan el encuentro de diferentes,  porque en ese espacio público, si unos contagian violencia, otros estamos llamados a contagiar paz, lo peor es dejarse arrastrar por la avalancha.

El desafío  de esta situación de crisis de convivencia, es justamente la construcción de una PAZ verdadera, todos estamos llamados a esta tarea; especialmente los educadores, a nosotros nos corresponde una labor hermosa, difícil, pero llena de sentido: la de sembrar esa paz en los niños, niñas, jóvenes y adultos de nuestros centros educativos, de nuestra familia y comunidad, pues es con ellos con quienes convivimos y a quienes nos debemos. 

sábado, 23 de julio de 2011

Convivir y resolver conflictos. Sugerencias para el aula

Hemos hablado de tres grandes aprendizajes para la convivencia: el diálogo, el análisis de la realidad personal y del entorno y el desarrollo de actitudes que manifiestan la valoración de la paz y la tolerancia. Todos estos aprendizajes deben desarrollarse a través de prácticas pedagógicas que promuevan la participación, la reflexión, análisis y vivencia de experiencias significativas. ¿Qué significa esto y cómo hacerlo? Vamos a explicarlo brevemente:

Promover la participación. No podemos promover el diálogo con prácticas autoritarias en el aula y centro educativo, aprender a dialogar implica construir la democracia como ambiente de trabajo. En el aula de clases podemos implementar varias estrategias de participación donde se pone en práctica la comunicación y el ejercicio democrático; entre ellas podemos señalar:
  • La asamblea de clase como espacio para el debate y toma de decisiones sobre problemas o temas de interés para los estudiantes, estos espacios son dirigidos por los mismos estudiantes con asesoría del docente;
  • El uso de carteleras, murales, periódicos, cartas de opinión y sugerencias, donde los alumnos hacen sus planteamientos libremente, señalan su posición ante las actividades del aula y centro educativo;
  • La mediación en los conflictos, donde el docente, estudiante o grupo de ellos asumen este papel en situaciones que se presentan en la cotidianidad del centro educativo y tratan de orientar hacia soluciones que beneficien a todas las partes, experiencias como los jueces de paz que se llevan a cabo en algunos centros son muy significativas en este sentido;
  • La planificación y evaluación participativa de los proyectos de trabajo, donde el docente en conjunto con los estudiantes define cuál será el plan de trabajo a seguir en el aula a partir de las inquietudes e intereses de todos y cómo evaluar su desarrollo y a todos los sujetos involucrados;
  • La organización de equipos de trabajo donde los compañeros pueden interactuar para la realización de las actividades, investigaciones, discusiones...; y por último,
  • El intercambio permanente entre el docente y alumno dentro y fuera del aula, desarrollando un estilo de intervención e interrelación basada en el diálogo.

Promover la reflexión y análisis de la realidad, tanto personal como del entorno: aquí tratamos de despertar la capacidad de reflexión ante los problemas de manera que se logre la objetivación ante ellos.

  • En relación a lo personal: para ayudar a reflexionar sobre las situaciones de crisis personales, las actitudes y valores, las heridas y potencialidades personales orientando hacia el desarrollo de su capacidad de juicio y autoconocimiento, podemos hacer uso de  ejercicios autobiográficos, historias de vida, dinámicas de conocimiento personal, la autoevaluación, dilemas morales, clarificación de valores, lectura reflexiva de fábulas, cuentos, parábolas, historietas.
  • En relación al entorno: para ayudar a desarrollar la capacidad de análisis de la realidad del entorno podemos detectar las causas, consecuencias, protagonistas, intereses en juego… de diversas problemáticas sociales, culturales y políticas haciendo uso de la lectura y análisis de la prensa y medios de comunicación de masas, ejercicios de reconstrucción histórica ( historia del barrio o escuela), estudio de casos, trabajos de campo sobre problemáticas sociales y ambientales, entrevistas a personajes de la comunidad, biografías sobre líderes sociales, debates, foros, uso de vídeos y canciones que provoquen la reflexión ante la situación.

En todas estas propuestas, tanto para lo personal como el análisis de la realidad, es importante provocar el cuestionamiento, para ello es muy útil el uso de preguntas de reflexión y la definición de marcos o modelos de referencia, porque permiten “ver un poco más allá” ampliando los razonamientos. Es importante desarrollar las habilidades para comprender, razonar y juzgar lo que acontece tomando en cuenta los distintos factores, elementos y sujetos que intervienen.

Poner en práctica actitudes de convivencia: se trata de hacer vida, manifestando en el comportamiento, valores como la paz y la tolerancia; para ello podemos promover experiencias como:
  • La organización de actividades culturales, deportivas, clubes estudiantiles.
  • Realización de experiencias de integración grupal, coevaluación, elaboración de compromisos y autorregulación de la conducta
  • Organización de acciones de cooperación en el centro educativo y comunidad.

Es necesario acompañar a los estudiantes y a todo el personal en el proceso de crear coherencia ente lo que decimos y hacemos; el hecho de apropiarse del discurso sobre el respeto a los demás, la convivencia o aceptación del otro, no necesariamente significa que en la práctica se actúe en función de ello. Lograr que los valores se descubran e internalicen es un proceso que dura toda la vida, por tanto el acompañamiento para ayudar a desarrollar comportamientos coherentes debe ser permanente, cercano y formativo.

sábado, 16 de julio de 2011

El aprendizaje para la convivencia como proceso permanente

Para vivir en paz y  enfrentar  adecuadamente los conflictos propios de la convivencia, necesariamente debemos desarrollar varios conocimientos, habilidades, actitudes y valores que recogemos en estos tres grandes aprendizajes:
Aprender a dialogar: es decir, aprender a decir nuestra palabra y a escuchar al otro. Para ello, es necesario apropiarnos del lenguaje en sus diferentes formas porque esto nos permite reafirmarnos; pero al mismo tiempo, es necesario aprender a callar, para dejar que el otro exprese su verdad y desde esa relación de habla y escucha poder complementarnos. La interacción con los demás sólo es posible a través del diálogo. Reconocer al otro y que el otro me reconozca sólo es posible si logramos conectarnos en esa relación de habla y escucha.

Aprender a analizar la realidad: en otras palabras, aprender a conocer e interpretar los hechos y situaciones que se presentan en la vida personal y en el entorno. Somos seres humanos con un mundo interior, situados en un contexto específico; convivimos en un espacio con unas determinadas condiciones socioculturales, económicas, políticas… saber cuál es esa realidad personal y social, los elementos que la definen, los problemas y conflictos que se viven, por qué se generan, los distintos sujetos que intervienen, nos ayuda a tener elementos para reaccionar con sensibilidad y mayor objetividad ante los problemas y conflictos personales y sociales  ubicándolos en su justo lugar. Lo que es lo mismo, aprender a ponernos en los zapatos del otro desde el conocimiento  de su realidad para comprenderlo.

Aprender a valorar la paz y la tolerancia: es decir, asumir la no violencia como medio de resolución de conflictos y aceptar la diversidad de la que formamos parte. Es necesario descubrir que todos tenemos derechos y deberes que nos permiten convivir a pesar de las diferencias, que la diversidad es sinónimo de riqueza y que la paz es el camino de realización humana, una actitud ante al vida. Asumir esto implica desarrollar actitudes concretas en la relación con los demás y en la resolución de conflictos que van acordes con esos valores; si no valoramos la paz, no actuaremos pacíficamente; si no valoramos la diversidad, no respetaremos al otro.

Podemos formar para el aprendizaje del diálogo, el análisis de la realidad y la valoración de la paz o la tolerancia si asumimos estos aprendizajes en una dinámica de proceso, al igual que todos los aprendizajes relacionados con la formación de valores.

Esto significa, por un lado, que educar para la convivencia y el conflicto es un aprendizaje que lleva tiempo, se da paso a paso, los resultados no se ven en corto tiempo; y por otro, que asume las distintas dimensiones de la persona: su individualidad, su relación con los demás, su ubicación en el entorno y su espiritualidad, pues la convivencia, desde el marco de una educación de valores humanos pasa por el crecimiento individual en cada uno de estos aspectos. 

Educar para la convivencia debe ser un aprendizaje permanente en ese camino coherente y claro que debemos seguir para formar a las personas que tenemos en los centros educativos. El estudiante de diversificado difícilmente resolverá conflictos pacíficamente, si no hemos propuesto experiencias de aprendizaje desde que ese estudiante estaba en el preescolar. Esto supone la clarificación de la educación en valores en el currículo, asumiendo en él la formación para la convivencia. 


viernes, 8 de julio de 2011

La paz como opción para resolver conflictos

Hay diversos caminos para resolver conflictos, algunos de ellos engendran violencia porque tratan de eliminar, anular, controlar o desconocer al contrario; otro camino en cambio es la opción por la paz. Optar por la paz  en la resolución de los conflictos significa optar por la negociación, por el diálogo para llegar a acuerdos que posibiliten la afirmación de todos los sujetos.
La paz es contraria a la violencia en sus múltiples manifestaciones, desde las más directas y silenciosas hasta las más estructurales y explosivas. Cada vez más se habla de una concepción de paz amplia que va a la par con una concepción amplia sobre la violencia. La violencia no sólo es entendida como situación de guerra, sino como toda aquella situación que impide la realización humana, por tanto la paz ya no es entendida simplemente como un período entre dos guerras o como situación  contraria al armamentismo y los conflictos bélicos, sino como un estado en el que se logra que todos podamos vivir en bienestar.

La violencia está presente en infinidad de situaciones de vida de las personas y las sociedades. La pobreza, el racismo, el terrorismo, el sexismo, la degradación del medio ambiente, los conflictos por el poder… son complejas problemáticas violentas en sí mismas y multiplicadoras de violencia. Igualmente en la vida cotidiana la violencia doméstica, la discriminación de género… forman parte de una situación quizá más silenciosa, pero igualmente destructiva. Optar por la paz implica la lucha por erradicar todas estas situaciones de violencia que impiden el desarrollo de todos. La paz es una situación, proceso, estado… relacionado con la vida en general, es una manera de vivir con los demás, donde se busca el beneficio para las mayorías; por ello paz implica justicia, equidad, libertad, ecología.

Optar por la paz no es sinónimo de evitar los conflictos, los roces que se producen como producto de la convivencia con los demás son inevitables, por tanto no podemos pensar en la paz como un estado “ideal” de ausencia de conflicto en una suerte de armonía o de serenidad estática en el entorno porque ello es imposible. Más bien podemos hablar de construcción de la paz en la medida que llegamos a acuerdos para la resolución de los conflictos, que logramos comprender y aceptarnos a nosotros mismos y a los demás; que construimos normas, leyes, consensos que toman en cuenta la diversidad cultural y social haciendo ejercicio de democracia y que actuamos solidariamente, buscando la cooperación para la solución de los problemas.

Es esta la paz por la que optamos, no la que esconde los problemas, sino que los enfrenta, una paz activa que nace además del bienestar interior, de una aceptación personal que me permite ver la vida con optimismo y alegría, libre de cadenas internas que no nos permiten ser felices. Educar para la paz, es educar para vivir con los demás buscando el bienestar de todos, educar para saber enfrentar y resolver los conflictos que se presentan en la vida personal y colectiva, por la vía del diálogo.

martes, 5 de julio de 2011

El conflicto como parte de la convivencia humana

Normalmente al conflicto se le adjudica una connotación negativa. Se asume como una situación no deseada, dañina, cuyas consecuencias son por lo general destructivas. Cuando el conflicto se asume de esta manera, entonces se considera que lo mejor es evadirlo, negarlo, o eliminarlo. Con ello se complica la situación y lejos de resolverla se agudiza generándose la violencia.

Sin embargo, el conflicto es implícito a nuestra condición de vivir en sociedad. Existen los conflictos porque existe diversidad de personas con intereses y necesidades distintas conviviendo en un espacio. De allí que en diversos ámbitos de la vida social, en distintos momentos del desarrollo de la vida de una persona, entre grupos sociales o sociedades diferenciadas... se ponen de manifiesto multiplicidad de situaciones donde se enfrentan los intereses y necesidades de unos y otros produciendo conflictos de distinta índole.

Debemos diferenciar el conflicto de la violencia. Mientras que el conflicto es una situación donde se contraponen intereses, necesidades y puntos de vista de dos o varios sujetos o grupos; la violencia es el mecanismo utilizado para resolver esa situación y se presenta cuando se trata de negar o eliminar al contrario. La violencia es destructiva y niega el bienestar personal y social; en cambio el conflicto es  una situación positiva por cuanto permite aflorar la creatividad, el avance hacia nuevos estadios de la vida individual y colectiva. La violencia puede y debe ser erradicada, mientras que el conflicto es inevitable porque forma parte de la vida.

Esto nos permite comprender más ampliamente el significado de la convivencia: vivir con otros no es sinónimo de armonía permanente en las relaciones que se establecen, es más bien una búsqueda constante de los acuerdos, asumiendo que hay diversidad y diferencias entre los sujetos que se interrelacionan. La convivencia no es un estado final de cosas donde reina una paz estática, sino más bien un construir el ambiente y las condiciones que hacen posible el crecimiento y realización de todos, un hacer y rehacer la paz en un movimiento constante atendiendo y resolviendo los conflictos generados en la propia vida comunitaria.