Hoy
es 5 de octubre de 2012, falta poco para que los venezolanos y venezolanas
elijamos nuestro presidente. Todo está listo o casi servido para la fiesta
democrática. Ya la campaña cerró y estamos a la expectativa, casi como en una
sala esperando un parto, unos queriendo un resultado, otros queriendo su
contrario.
Hoy,
como hace días atrás, me he estado preguntando por el significado de la palabra
VENCER en este contexto de elecciones, de deseos profundos por parte de muchos
venezolanos de que el presidente Chávez deje Miraflores, y el deseo profundo de
otra parte de los venezolanos que espera su reelección. Y lo primero que se me
ocurre es quitarme la etiqueta de chavista o antichavista, de derecha o de
izquierda, para quedarme solo con la de mujer venezolana, que, seguramente como
todos y todas, sueña un país distinto. Y desde ese peldaño, desde el trascender
a la figura del líder, del partido o de la tendencia… es que creo que podemos empezar a aproximarnos al contenido del término.
Podemos
vencer si somos capaces de ver y respetar el interés de las mayorías, de poner
como centro el bienestar de todos y todas, de deponer las diferencias, la
exclusión o autoexclusión. Venceremos si somos capaces de movilizarnos para
enrumbar el camino cuando se pierde la brújula, si logramos que verdaderamente
la clase dirigente política haga ejercicio de servicio al pueblo que la colocó
allí.
Independientemente
de quien obtenga más votos en estas elecciones, en realidad, todos venceríamos
si pudiéramos trabajar por un mínimo de acuerdo para echar a andar proyectos
que beneficien a todos, independientemente del color que tengan, si la
verdadera unión, no efímera, sino duradera, más allá de un nombre, se
cristaliza.
Porque
gane quien gane, después del 7 de octubre seguiremos la vida, amanecerá el
mismo sol en nuestras ventanas, Venezuela seguirá siendo Venezuela, continuarán
los mismos problemas, la violencia estará allí, la impunidad seguirá viva, la
inflación seguirá quitándonos el sueño... también estarán las bondades y
aprendizajes alcanzados en estos últimos años, guste o no, de un gobierno que
sigue significando esperanza para muchos venezolanos que no tuvieron nombre, ni
voz, ni derechos por mucho tiempo, y que tal vez, ese balance solo pueda verse
ponderadamente con el paso del tiempo. Porque no todo es noche sin luna, y no
todo es pura luz. Estará también la esperanza de quienes, guste o no,
estuvieron relegados, insultados por la violencia de un lenguaje divisionista de
un gobierno huérfano de autocrítica.
Habremos
vencido unos y otros, si logramos abandonar los polos y nos arrimamos al
encuentro, si dejamos de ver solo la basura del otro y logramos encontrar los
aportes que el contrario ha dado y puede dar. Gane Chávez o gane Capriles, si
no logramos seguir construyendo este país unos y otros, entonces habremos sido
derrotados.
La verdadera victoria será para después del 7 de octubre, cuando tengamos un presidente ratificado o no, cuyo equipo asuma lo bueno y transforme lo que haya que transformar, escuchando y trabajando junto a los azules y los rojos, sin negar las diferencias, pero donde unos y otros puedan hacer ejercicio de un diálogo posible, solo entonces VENEZUELA habrá vencido.
La verdadera victoria será para después del 7 de octubre, cuando tengamos un presidente ratificado o no, cuyo equipo asuma lo bueno y transforme lo que haya que transformar, escuchando y trabajando junto a los azules y los rojos, sin negar las diferencias, pero donde unos y otros puedan hacer ejercicio de un diálogo posible, solo entonces VENEZUELA habrá vencido.
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