Si hay algo que
debe ser transformado en educación es el aislamiento de los centros educativos.
Un centro aislado es aquel que desconoce la realidad que se vive en su entorno;
hay muchos signos de esta desconexión: desde no tener información sobre qué
organizaciones hacen vida en el barrio, no comprender por qué para muchos estudiantes
la escuela es absolutamente aburrida... hasta no entender que la violencia,
pobreza o drogas está tan dentro de la institución educativa, como de las
comunidades.
Un centro
aislado es aquel que considera que solo él “educa”, y la comunidad “deseduca”,
idea sumamente arraigada, obstáculo para una actitud autocrítica del centro
educativo que le permita ver qué debe aprender de la comunidad y qué debe transformar
en su acción educativa para que sea más adecuada y contextualizada.
En un centro
aislado los estudiantes, representantes y comunidad en general quedan fuera de
la dinámica de construcción de los proyectos educativos; por tanto, el currículo
explícito y “oculto” da cuenta de que es responsabilidad de pocos el aprendizaje
y evaluación de los estudiantes o la visión y alternativas ante la problemática
educativa que se vive. Esto es así no solo por la dinámica de muchos centros,
sino también porque es dinámica de aquellas comunidades que se autoexcluyen.
Es hora ya de
comprender que la educación es problema comunitario, en el que los diferentes
sujetos somos corresponsables de lo que aprenden o “desaprenden” nuestros
niños(as) y jóvenes. Es una función social, en la que medios de comunicación,
iglesia, partidos, estado, empresas, familias... tenemos la obligación de atender, generando redes para
convertirnos en sociedad educadora, pues no solo educa el sistema formal, no
solo educa la escuela.
La Resolución
058 es una oportunidad para poner este tema nuevamente sobre la mesa de
discusión; con ella, entre otras cosas, se actualiza la antigua norma que rige
nada menos que desde hace 25 años las
comunidades de padres y representantes. Ciertamente no se ha planteado del
mejor modo pues no ha sido producto del consenso de todos los sectores
educativos, por demás, consenso que se
hace sumamente difícil en una coyuntura electoral y marcada por una
polarización que puede entrampar el debate si no somos capaces de dialogar.
Sin embargo, el
espíritu que se promueve, es quizá, lo que muchos soñamos, debe ser la
vinculación escuela-comunidad: una escuela que con su comunidad piensa y actúa
para hacer realidad la democracia, en una gestión que se unifica y cualifica
para atender los problemas que nos distancian de una educación de calidad. En
este marco, la comunidad necesariamente tiene algo que decir y hacer para
transformar situaciones como la violencia, el hambre, la falta de recursos, la falta de formación
permanente de las familias, las infraestructuras inadecuadas, entre otras, que
se viven dentro de las escuelas, e inciden negativamente en los procesos
educativos. El estado también tiene una responsabilidad suprema, que no puede
delegar, sin menoscabo de la promoción de la autonomía y la corresponsabilidad.
Aceptando el
espíritu, la observación está en el instrumento para hacer realidad la idea de
participación comunitaria. A mi modo de ver, la dificultad mayor se presenta en
la complejidad de la estructura que se propone y en la falta de ponderación en
el ejercicio de la función rectora, necesaria en toda institución. No todo se
puede resolver con asambleas, es necesario que el equipo directivo siga
asumiendo el liderazgo, y que una vez llegado a consensos sobre el proyecto
educativo, pueda tomar decisiones expeditas ante la cotidianidad del centro.
Creo que es sano
reconocer que muchos centros educativos, en consonancia con la propuesta
educativa oficial, también han desarrollado una identidad ética y pedagógica que
ha sido positiva en su labor de servicio a las comunidades, ojala, esto sea comprendido como aporte y suma a este
proceso de cualificación de la educación, y no como algo que se deba erradicar y
anular.
Si bien hay un
lapso de tiempo para la constitución de los consejos y la consulta, esta vez, como
en otras ocasiones, en este u otros gobiernos, los centros educativos se
encuentran ante una tarea que deben ejecutar de “ya para ya” habiendo iniciado
el año escolar y sin la reflexión necesaria y suficiente para ejecutar. La
situación no es la más idónea, y se le suma la reacción de sectores de
oposición que, asumiendo la actitud que critican, no dejan de colocar el tema
en los predios de la politiquería, repitiendo consignas alarmistas, desde una
lectura que solo espera un final feliz en esta historia: que nada del sector
oficialista sea aprobado.
Es urgente el
conocimiento de la resolución en las comunidades educativas, su lectura y
reflexión en un clima de calma, es necesaria la explicación por parte del ministerio ante
múltiples preguntas que surgen, la ministra debería hacer gala de su labor
pedagógica ante la necesidad de información y comprensión de lo que se está
proponiendo. Es necesario que los amigos de la alarma dejen en paz a la mayoría
de los ciudadanos y ciudadanas que queremos comprender y avanzar, haciendo las
observaciones en un clima de respeto. Es importante que el estado escuche a la
otra parte del país que no fue consultada y que seguramente también tiene una
verdad importante que decir.
Ojala podamos
trascender y provocar un verdadero diálogo que conlleve a unas decisiones en
aras de mejorar nuestra educación, nuestra escuela, que entre otras cosas,
ciertamente, debe transitar mas allá de sus muros y encontrarse con la
comunidad, tal como es, con sus fortalezas y debilidades, sus tendencias políticas
y religiosas, su guerra y su paz, sus saberes, valores y desconocimientos, sus
intereses e indiferencias… para juntas construir la educación que necesitamos.
Gracias por la reflexión
ResponderEliminarPertinente, mesurada.
ResponderEliminarGracias Beatriz, tu reflexión es un llamado a centrarnos la dimensión educativa, creo que es válido, aunque el espíritu de la resolución es político-partidista. A mi, sin embargo,todavía me cuesta mucho aceptar que tengamos que ser una sociedad tratando de comprender las acciones del gobierno en lugar de ser los propulsores de las iniciativas y sea el gobierno quien se adapte a los pedidos sociales.
ResponderEliminarUn abrazo Beatríz.
ResponderEliminarDesde la distancia es lo más calmado e inteligente que he leído sobre el tema. Teniendo como inteligencia: la experiencia, la capacidad para comprender al otro y la flexibilidad para poner en práctica con nuevas formas la experienica de lo sabido en contraste con lo nuevo.
Es una oportunidad no solo para la escuela, sino para que la comunidad pueda entrar a la escuela.
También es una oportunidad para que la escuela vuelva a aparecer en el mapa de la comunidad no como ese lugar donde se depositan a los muchachos por unas horas sino como un espacio de creación.
Ojalá la acción política entre en razón y de prioridad a la escuela y no al debate del poder.
Un abrazo.
Alexander